El alcalde José Antonio Diez entregó el pasado día 18 la Medalla de Oro de la Ciudad a la Sanidad Leonesa por su tarea durante la pandemia.
El alcalde José Antonio Diez indicó que "el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró la crisis del coronavirus una pandemia. Poco podríamos imaginar, cuando solo cuatro días después el Gobierno declaraba el Estado de Alarma, que empezaba una etapa de lucha sin cuartel contra el virus, contra los contagios, contra la muerte, contra el dolor, contra el sufrimiento, contra el caos y la impotencia.
Dos años de lucha por la salud, por la vida, que continúan aún y en los que, sin duda, han sido protagonistas destacados cada una y cada uno de ustedes. No quiero hablar de héroes porque, entiendo, no es lo que han querido ser en ningún momento, aunque así los hayamos visto desde fuera muchas veces.
Quiero hablar de profesionalidad, de dedicación, de humanidad, de jornadas sin tregua y de compañerismo.
Quiero hablar de seres humanos enfrentados a la impotencia de no saber qué hacer para abordar un desafío que sabían inconmensurable.
De personas abatidas por las historias a las que, cada día, se enfrentaban.
Del temor a ser contagiados, del miedo a volver a casa con ese maldito virus que nos ha cambiado la vida a todos.
Del cansancio acumulado en esas largas jornadas sin fin, de la falta de personal, de la falta de medios, de la ausencia de equipos de protección.
Del dolor por la soledad de ese paciente que se iba.
Quiero valorar todo, tan humano y tan comprensible, porque la verdadera heroicidad no es caer sino que es levantarse tras la caída. No es no derrumbarse, no es llorar. Es secarse las lágrimas y no desfallecer porque eso supondría claudicar y no podemos permitírnoslo.
Supongo que eso fue lo que vieron las y los leoneses que, espontáneamente, arrancaron un aplauso que fue, sin duda, uno de los nexos de unión de una población encerrada, impotente, atemorizada también. “Si ellos, en la ambulancia, en el centro de salud, en el hospital, pueden. Nosotros podemos".
Han sido ustedes, todos ustedes, nuestro faro guía para no desfallecer.
Como alcalde de León es un verdadero honor poder agradecer todo lo que ustedes hicieron en esos meses, lo que siguen haciendo hoy en día. Han vuelto a demostrar por qué la sanidad pública es un modelo para todo el mundo -con sus limitaciones y fallos, me dirán-, pero un modelo. Un servicio público que no nos podemos permitir perder, al que hemos de reforzar porque esta pandemia, esta maldita pandemia, ha dejado en evidencia, también, nuestras limitaciones, nuestras debilidades
Por qué la sanidad privada se ha convertido, asimismo, en un referente nacional por la alta implicación de sus responsables, la calidad de su cartera de servicios y, por supuesto, el trato de sus profesionales para con pacientes y familias.
Hoy más que nunca sabemos lo que es imprescindible, lo que es esencial. Y, desde luego, la sanidad, la educación pública, la atención a los más vulnerables, no pueden estar diezmados, ni en personal ni en medios.
Vivimos una etapa verdaderamente convulsa que no solo no parece tener fin, si no que se agrava con nuevos acontecimientos. Con una guerra incomprensible que, me temo, tendrá consecuencias devastadoras para nuestra economía, ya tan dañada, y para millones de personas, desplazadas, amenazadas.
Una guerra que es aún más ridícula e injusta cuando no hemos salido de esta batalla por la vida que llevamos luchando desde que la COVID-19 se convirtió en una terrible pesadilla.
No obstante, pese a todo, quiero que cada uno de ustedes sientan el reconocimiento y el homenaje del pueblo de León que, en pleno municipal y por unanimidad, acordó entregarles la más alta distinción de la ciudad, la Medalla de Oro. Un tributo sincero para todas las trabajadoras y los trabajadores de la Sanidad, para quienes atienden y atendieron a nuestras personas mayores con un trato exquisito y con un cariño que, por supuesto, va más allá de la responsabilidad. Todos guardamos en nuestras retinas esas imágenes que surgían entre el dolor y que nos hacían congraciarnos con el mundo.
Para quienes rellenaban la hoja de admisión, quienes tomaban la temperatura, para quienes limpiaban la sala, cogían la vía o hacían la radiografía; para quienes prepararon las comidas, trasladaron la camilla, garantizaron el suministro, condujeron la ambulancia, levantaron la carpa, realizaron el test de antígenos, refrigeraron la vacuna; para quienes atendían al teléfono, quienes aguantaban las quejas, coordinaban descansos; para quienes doblaban jornada para suplir a ese compañero enfermo o agotado.
Para quienes vigilaban y escuchaban. Para quienes cogieron la mano de ese anciano que, con la mirada perdida de la incomprensión, se preguntaba sin palabras qué ocurría.
Un homenaje para ese laboratorio que tenía los resultados de forma urgente; para el servicio de Anatomía Patológica, que cerraba el ciclo cuando todo se había perdido.
Para quienes organizaron el cuadrante de servicio de cada planta, quienes impartieron sesiones clínicas y quienes bucearon en las redes buscando alternativas cuando ya, casi todo, había fallado. Para quienes tramitaron expedientes urgentes de asistencia a personas vulnerables, para quienes prestaron oídos a la desesperación y la angustia, para quienes consolaron al paciente y le comunicaron con su familia.
Para quienes dieron las buenas noticias del alta y tuvieron que sufrir al comunicar el fallecimiento.
Un reconocimiento para esos equipos directivos que sufrieron, directamente, no poder satisfacer las demandas pero que, con su trabajo y dedicación, hicieron todo lo posible.
Un homenaje y un reconocimiento para aquellos que nos dejaron en estos meses. El dolor por su pérdida estará siempre en nuestros corazones y aún falta para que podamos hacer el duelo por ellos. Recuperar la normalidad.

Un tributo sincero de un pueblo agradecido y de un alcalde que se siente totalmente orgulloso de todas y todos ustedes.
Gracias por su trabajo. Gracias por su dedicación, por su profesionalidad y por su humanidad. Gracias