Artículo del alcalde de León, José Antonio Diez, sobre los Fueros de León, prólogo de libro de la edicióne especial de estos textos legales
La historia reciente de León es una crónica de restitución del honor y de la memoria. Una lucha por la restauración del orgullo de ser un Reino al que el paso del tiempo cubrió con un velo de olvido que ha costado siglos levantar. Un Reino sin el que, sin duda, no habría España pero al que la pátina del tiempo ha opacado, no sin intención, desde muchos ámbitos.
Un Reino que ha de mantener el recuerdo de todo aquello que fue y puede volver a ser esta tierra terriblemente castigada por el paso del tiempo y a la que solo la buena voluntad individual ha salvado.
La publicación de los Fueros de León constituye, sin duda, un ejemplo de esta memoria, de esta recuperación y de esta labor personal, una magnífica iniciativa para acercar nuestro legado a la sociedad, máxime cuando la calidad de la edición hace que ésta se erija en un tesoro bibliográfico.
Durante los últimos años, los leoneses hemos luchado contra el olvido de nuestra historia y la relevancia histórica que tuvimos. Fue complejo y penoso el camino para lograr el reconocimiento como Cuna del Parlamentarismo y sigue siendo complicado hacer que este título de la Unesco ponga en el verdadero lugar que se merece nuestra contribución a la democracia y la participación del pueblo. No faltan, nunca, voces que intenten minimizar o confundir sobre el valor de este precedente histórico y, por ende, sobre la relevancia de León en la historia de España y en la historia universal. Por ello, contar con herramientas tan válidas, ejemplarizantes y valiosas como esta edición del Fuero de León se convierte en un compromiso tanto con las generaciones pasadas que nos hicieron llegar esa aportación histórica, como con las que cuidaron esos documentos y aquellas a las que ha de llegar en el futuro para poner las cosas en su sitio, para que se sientan parte de esta región nada altanera de su pasado.

El Fuero de 1017 y las Cortes de 1188 se erigen en el corpus esencial, en el germen de la consagración de las libertades individuales y de las garantías que hoy damos por sentadas en nuestro país pero que, seguramente, no serían aún posible si aquellos recios leoneses de ese Reino perdido en el sur de Europa nos los hubieran consagrado.
¡Cómo no podríamos estar orgullosos de este papel y cómo podemos justificar no luchar por su reconocimiento!
Luchar por ese reconocimiento es nuestra obligación y difundir el Fuero nuestra obligación y compromiso como leoneses. Ni más ni menos.