abr. 25
De Doña Sancha a Ucrania

​El debate de Las Cabezadas​​​​

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 La concejala Vera López, síndico municipal, fue la encargada el pasado 24 de abril de defender la postura del Ayuntamiento de León en el tradicional Foro u Oferta, una batalla dialéctica que, cada último domingo de abril, recuerda del milagro acaecido en León por mediación de San Isidoro y que lleva a la Corporación al claustro del templo. Como cada año, tablas en el debate y tres cabezadas de despedida desde la plaza. Este año Doña Sancha, las mujeres y la paz para Ucrania, fueron las protagonistas.

 

En estos tiempos convulsos y complejos en los que reina la desmemoria, las noticias falsas y los bulos a través de las redes sociales, no está de más empezar por lo obvio, señor capitular, representante del Cabildo, no vaya a ser que  con tanto recogimiento del mundo entre estos gruesos muros, el aislamiento, la meditación, las cabezadas debidas al olor a incienso y a los vapores de ese vino generoso y secreto que guardan en algunas de esas bodegas del laberíntico subsuelo de esta venerable Colegiata, no vaya a ser, digo, que no recuerden que esta Corporación Municipal, con su regidor al frente, y con la secretaria como escudera y letrada que levanta acta, venimos aquí en entera libertad y alegría a hacerles una donación, un presente como agradecimiento por aquel hecho milagroso sucedido en el ya lejano 1158, que libró a esta ciudad y a su Alfoz de una severa sequía.

Pasa el tiempo, pero las situaciones se repiten. Algo ha llovido en las últimas semanas, pero nos enfrentamos otra vez a una dura sequía, los pantanos están a la mitad, y los labradores miran angustiados al cielo en busca de la benéfica lluvia.

En fin, que no somos nada y seguimos  en manos de la divina providencia. Sus cantos, rezos, penitencias, ceremonias y ritos no son muy fiables, a pesar de los más de dos mil años que lo llevan intentando.  A pesar de esas contradicciones somos hombres y mujeres de fe, leoneses de pro, que cumplimos con nuestras promesas; y aquí estamos, orgullosos, con la cabeza bien alta y con propuestas generosas. A ver si de una vez por todas les convencemos  ceden en su casi eterna testarudez

Espero y deseo que la memoria no le falle y que recuerde, señor capitular isidoriano, que fue a mediados del siglo XII, concretamente en 1158, en pleno reinado del emperador leonés Alfonso VII, cuando una pertinaz sequía motivó que el pueblo volviera sus ojos hacia las reliquias de San Isidoro, patrono de este nobilísimo Reino de León, en petición de auxilio y consuelo.

Nos lo cuenta el riguroso cronista, canónigo y obispo leonés Lucas de Tuy:" El arca con sus santos restos fue sacada de esta Basílica en rogativa. Andadas casi dos millas fuera de la ciudad, exactamente en Trobajo del Camino, los presbíteros portadores efectuaron un descanso. Entonces, la lluvia hizo su aparición milagrosa. Y resultó tan pródiga que ni los más fornidos mozos fueron capaces de levantar las andas que contenían las sagradas reliquias de San Isidoro cuando se decidió reanudar la andadura, atascadas como estaban en el suelo embarrado".

El hecho llegó a conocimiento de la tía del emperador, la  infanta y reina Doña Sancha, quien tenía su palacio adosado a esta basílica. Doña Sancha, mujer bravía, adelantada a su tiempo, “se fue luego a gran prisa para aquel lugar donde el santo cuerpo estaba y al tiempo que así vino la reina, la comunidad y vecinos de la ciudad de León hicieron juramento solemne de nunca más sacar el cuerpo santo de su iglesia, si él tuviese por bien de ser tornado a ella y los pueblos vecinos todos los que allí estaban prometieron para cada año para siempre jamás cierto censo a San Isidro, si como es dicho quisiese ser tornado a su iglesia. Y así como la reina con sus manos tocó las andas en que estaba el santo cuerpo, luego se movió de aquel lugar, y todos tuvieron tan temor y se espantaron de verlo, y por voluntad e inspiración de nuestro Señor se llegaron luego allí cuatro niños chiquitos y levantaron las andas, las cuales cuatro hombres muy valientes, apenas podían levantar".

Y le recuerdo lo que dicen las crónicas y los documentos que sí lo atestiguan en nuestro Archivo Municipal: “Todos los que presenciaron aquel milagro prometieron para cada año para siempre jamás cierto censo a San Isidoro". Una promesa realizada con entera libertad bajo los efectos de la eficacia del milagro y, ojo, no se le olvide, señor capitular, ante la eficaz intermediación de la reina Doña Sancha.

Como ve, casi siempre la mano de una mujer está en las soluciones de los problemas graves de aquella y de esta sociedad nuestra. No digo que San Isidoro, Dios me perdone, no ejerciese su influencia desde el cielo ante Dios, pero el motor del cambio, el impulso, lo ejerció la mano decidida de la reina Doña Sancha, que tocó las andas atrapadas en el barro, removió los restos venerables de San Isidoro y se logró el milagro.

No en vano, hay que recordar, que Doña Sancha era conocida como la 'esposa de San Isidoro', a cuyo culto entregó su vida. Su intercesión fue decisiva en este hecho milagroso. No lo olvide, señor capitular y reflexione sobre ello.

​2.- LA FIGURA DE DOÑA SANCHA. CONTEXTO Y HECHOS

 

Bueno, señor capitular isidoriano, ya le veo terco y cazurrín como leonés que es.

Voy a tratarle de convencer y atraerle a nuestra posición utilizando a la figura clave de estos hechos, por debajo naturalmente de San Isidoro, me refiero a la infanta o reina doña Sancha, hermana del emperador Alfonso Vll. Una mujer de armas tomar, capaz de hacer obrar el milagro al que hoy nos referimos.

Como bien conoce, nuestra hoy recordada doña Sancha era hija de la reina Urraca y del conde Raimundo de Borgoña y hermana del emperador Alfonso VII. Una mujer que tuvo el poder en su mano y pudo hacer y deshacer a su antojo, sin embargo prefirió dedicar su vida a Dios y, en particular a San Isidoro y a fortalecer y engrandecer tanto su basílica como varios monasterios repartidos por el Reino de León.

Pero su libre devoción no le impidió ser una mujer adelantada a su tiempo. Peregrinó a Tierra Santa, concretamente a Jerusalén, donde permaneció más de cinco años, concretamente sirviendo en un hospital de la orden de San Juan.

A su vuelta de Tierra Santa, la infanta pasó por Roma, donde recibió la bendición del papa Inocencio II y consiguió una buena colección de reliquias. También se detuvo en Francia, donde se entrevistó con san Bernardo en Claraval y obtenido en Saint-Denis una espina de la corona de Cristo, regalo del rey  Luis VII. Es una pena que esa reliquia no se quedase en San Isidoro sino que Doña Sancha prefirió depositarla en el monasterio que, en tierras más al sur, ella impulsó y que pasaría a denominarse de la Santa Espina, en tierras vallisoletanas, pero en aquel tiempo bajo el dominio del Reino de León, como bien sabrá.

No quiero pensar que Doña Sancha se llevase la santa espina a aquellos lugares esteparios porque algo le hubiese molestado del cabildo de entonces de San Isidoro. No sé si esos archivos que guardan con tanto celo y secretismo nos pudiesen desvelar esta duda. Como bien sabrá conocer la historia nos ayudara a no repetirla y que no se pierdan nuestras grandes reliquias actuales.

La reliquia de esa santa espina, junto con el cáliz de doña Urraca que ya poseen y exhiben con orgullo, hubiera sido actualmente un gran atractivo turístico y ustedes haber incrementado la faltriquera con los donativos de tanto turista.

En fin. No quiere perderme en lo que pudo ser y no fue.

En este recorrido breve por la trayectoria santa  y mística de Doña Sancha, señor capitular, no quiero olvidar recordarle que nuestra reina no solo ayudó a obrar el milagro de acabar con la sequía en León en 1158 sino que unos años antes, al volver de Tierra Santa, y en tiempo de Cuaresma, testigos presenciales narraron como una vela que portaba la reina se encendió milagrosamente gracias a la aparición de una llama que surgió de la nada. Todo hace indicar que fueron los ángeles quieren portaron el fuego milagroso. 

En mi estrategia de apabullarle con datos y de ilustrar a quienes nos escuchan, no puedo dejar de recordar que Doña Sancha sigue entre nosotros, aquí está enterrado su cuerpo incorrupto y tras evitar la profanación de los franceses y, décadas después, en una visita a la ciudad de León, la reina Isabel II al contemplar la desnudez de la momia de doña Sancha la cubrió con un manto de brocado, manto que desapareció misteriosamente años después, quizás porque a Doña Sancha nunca le atrajo el lujo, los oropeles y las apariencias.

Valga esta sucesión de hechos para rescatar del olvido y poner en valor en esta ceremonia la figura histórica de una mujer ejemplar, doña Sancha, sin cuya intervención no hubiera sido posible que San Isidoro obrase el  milagro que ahora recordamos y rememoramos.

Sí, señor capitular, ya ve que las mujeres hemos sido durante siglos invisibles, ignoradas, apartadas y oscurecidas en la historia. Sin doña Sancha hoy no estaríamos aquí debatiendo sobre libertades, obligaciones, justicia, derechos, poder, relaciones entre el estado y la Iglesia y el sentido democrático de una sociedad de mujeres y hombres, como ya había dejado entrever unos años antes el Fuero de León y, sobre todo, las primeras Cortes democráticas reunidas aquí mismo.

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3.- EL DESENLACE. PROPUESTAS

 

Bueno, bueno, poco mella han hecho mis argumentos en su dura mollera. Cientos de años después y siguen inasequibles al desaliento. Duros como una roca, dogmáticos y sin cintura política.

Bien, como ya se habrá dado cuenta, yo represento un modelo social y político distinto. La verdad es que no entiendo una reunión y un debate de este tipo sin voluntad de llegar a acuerdos. En esta sociedad libre y democrática que disfrutamos en 2022, la libertad, el contraste de pareceres, el sentido crítico y el respeto a las opiniones contrarias son nuestras reglas de actuación.

Por eso, deseosa de llegar a un acuerdo con ustedes y zanjar, de una vez por todas, este debate casi eterno, que siempre termina en aburridas tablas, yo le propongo un plan A y un plan B. A ver si logro que entre la luz en su dura mollera y den el brazo a torcer y q no sea por no buscar soluciones como trato de hacer.

Mire, y que el pueblo soberano aquí reunido, escuche y luego manifieste su opinión:

 

Como la reina doña Sancha, el corregimiento y el pueblo se comprometió en 1158 a no volver a sacar de la basílica los restos de San Isidoro y no seré yo quien caga en anatema y en riesgo de excomunión, les propongo a ustedes y a los ciudadanos libres aquí congregados, que saquemos en rogativa los restos momificados de doña Sancha, que con tanta veneración aquí se guardan.

Llevémoslos en sagrada procesión a Trobajo del Camino, recemos y e imploremos esta vez no tanto por la lluvia, porque llover ha llovido en las últimas semanas, aunque no haya acabado con el riesgo de sequía, según aseguran los agricultores.

No, esta vez, en estos tiempos convulsos y de crisis, toca rezar e implorar por la paz. Por la paz en esa Ucrania devastada por la guerra y en pleno siglo XXI. Una barbaridad que nos recuerda nuestra vulnerabilidad y nuestras debilidades. Qué poco hemos avanzados en estos casi mil años. Por eso, para rogar por la paz, es oportuno remover los huesos de doña Sancha en busca del milagro, ya que la tozudez del ser humano es inamovible.

Por eso, si al llegar a Trobajo del Camino, los restos de doña Sancha obran el milagro, vuelve a llover a mares, si las andas se quedan ancladas otra vez en el barro, entonces, esta Corporación reconocerá, con autorización de nuestro regidor y compañeros de Corporación, que venimos a esta santa casa por obligación y no por libre decisión.

Están ustedes ante una oportunidad única para zanjar esta histórica cuestión.

Y para facilitarle la toma de la acertada decisión, aquí le traigo un presente, unas zapatillas deportivas para que vaya entrenando y no hagan callo , que yo llevo tiempo haciéndolo y se ponga en forma para portar las andas de Doña Sancha hasta Trobajo del Camino, no vaya a ser que el milagro se demore y tengamos que seguir caminando el Camino de Santiago y  llegar a mi tierra, al Bierzo, donde, por cierto, también se clama por la paz y por el fin de la guerra.

Por ello propongo someter esta propuesta a votación a mano alzada del pueblo aquí reunido. ¿Aceptan ustedes, representes del pueblo aquí congregado esta propuesta?

 

El pueblo soberano ha hablado

 

Pero yo le anunciaba también un plan B, dado que ustedes en el Cabildo, son poco propicios a injerencias externas en sus asuntos.

Pues, bien, les propongo una solución intermedia a la espera, un año más de una solución definitiva:

Que este año el valor de la cera que entregamos libremente al Cabildo isidoriano lo convirtamos en una donación a favor de los refugiados ucranianos que huyen de la terrible guerra desatada por Putin, un personaje execrable y malvado. Refugiados que han sido acogidos en León como tierra de promisión.

Y, claro está, quisiera someter esta segunda propuesta a la consideración del SOLIDARIO Y GENEROSO pueblo leonés aquí reunido.

¿Están de acuerdo ustedes con esta propuesta? Levanten la mano quienes la apoyen

 

Los leoneses libres, concienciados y comprometidos han dejado clara su opinión.

Que nuestra secretaria general del Ayuntamiento levante acta de esta histórica decisión. Ahora ustedes tienen tiempo para reflexionar. Flexibilicen sus posturas y avénganse a un acuerdo razonable y acorde con los tiempos.

Aunque ya sé de antemano cuál va a ser su respuesta: Erre que erre.

Ante tanta intransigencia, nosotros, los representantes de la capital del Reino de León les haremos entrega del donativo como un acto libre y generoso por nuestra parte. La única obligación que aquí queda manifestada es la reflexión que deben hacer ustedes a  ver si conseguimos, de una vez por todas, que el próximo año entren en razón y acabemos con esta discusión que más se parece al interminable bolero de Rabel que a un compromiso de acuerdo, con concordia y consenso.

Por de pronto, que este año San Isidoro y doña Sancha, intermedien con eficacia para poner fin a la guerra en Ucrania.

 

Muchas gracias

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