jul. 15
Santa Marina es pasado, presente y futuro de León

​El alcalde José Antonio Diez ha pregonado hoy el inicio de las fiestas del Barrio de Santa Marina, unas calles en las que -indicó- aprendió a andar pues allí residía su abuela. Ahora, destaca, le emociona volver como alcalde con el reto y el compromiso de mejorar esta zona en la que se están haciendo importantísimas obras de mejora. Os dejamos la intervención completa del alcalde en el pregón.

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No recuerdo la primera vez que pisé las calles de este barrio pero era tan pequeño que estoy seguro de que uno de mis primeros paseos transcurrió entre estas calles. Sí estoy seguro de que hoy, más de medio siglo después, sigue siendo uno de mis favoritos, uno en los que me gusta perderme, pasar, en el amanecer o el atardecer cuando esos rayos de sol tan especiales cambian casi todo.

Pasar y mirar hacia la torre de la iglesia de Santa Marina y ver cómo las nubes hacen que parezca en movimiento. Pasar y mirar hacia esta muralla que hoy tenemos detrás y que nos recuerda de dónde venimos y que debemos dejar cuando nos vayamos.

Sí. Santa Marina es uno de mis barrios favoritos de León y lo es por muchas cosas: por su ubicación, por su entorno, por sus calles. Por supuesto, por sus edificios. Pero, y sobre todo, porque es recuerdo.

Santa Marina es mi infancia, mis primeras carreras y mis primeros partidos de fútbol, esos que llegaban con la voz de “A merendar" y el grito de “esa pelota".

Porque Santa Marina es mi abuela.

 En estas calles vivía, justo en el número tal…, y ahí transcurrieron buena parte de mis primeros años, esos que te marcan tanto de una forma insconciente.

Mi infancia son estas calles y estas casas en esos años setenta de los que han cambiado tantas cosas. Tantas y, muchas de ellas, para mejor.

El barrio sigue ahí, casi intacto, marcando ahora las vidas de esos pequeños que cada día acuden al Colegio Ponce de León, ocho décadas de centro escolar en los que se intercalan, algunos, de centro de concentración. Esos chavales que, ya creyendo saberlo todo, se agolpan a las puertas del Instituto Legio VII para debatir de lo divino y de lo humano a través, ahora, de la pantalla de un teléfono que ha tapado los gritos de los niños que usábamos esta plaza de Santo Martino como nuestro campo de fútbol.

Este barrio que es, ahora, una esquina cultural flanqueada por San Isidoro, esa calle Abadía, paso obligatorio del Camino de Santiago por nuestra ciudad, a 300 kilómetros de la fachada del Obradoiro, a tiro de piedra de la Catedral que se atisba desde las esquinas de la plaza Torres de Omaña o de la calle Dámaso Merino. Un triángulo que encierra  la Casona de Puerta Castillo, el jardín arqueológico de Santa Marina, este archivo provincial, que ha sido 

iglesia, cárcel y vida. Un espacio que oculta, bajo estas calles asfaltadas o adoquinadas vestigios de todos nuestro legado, los Principia.

Espacios que sí nos recuerdan nuestro pasado y que marcan nuestro futuro.

Porque Santa Marina es el pasado de León, amurallado por esa fortaleza que marcó su desarrollo. Vestigio de campamentos y de generaciones de leoneses que han hecho su vida cotidiana entre estas calles, en estas tiendas ahora ya desaparecidas por el nuevo modelo de urbanismo… Pero es, y debe ser, ante todo futuro. El futuro de las gentes que ahora vivís aquí y que mantenéis el orgullo de ser del barrio, porque un barrio que solo prosperará si así lo quieren las gentes que lo habitan.

Por supuesto, nadie podría ni imaginar cuál era el futuro de aquel niño que pasaba las tardes subiendo y bajando estas escaleras. Supongo que entonces yo querría ser un astronauta, un bombero o un policía. O un deportista. Eso lo quise ser siempre (y lo logré). Supongo que querría ser mayor, crecer muy rápido y marcharme fuera de esta ciudad. Vivir aventuras. Claro. Sin saber que la mayor aventura que podría vivir, la que más me satisfaría y la que más gratificaría supondría volver a estas calles.

Volver, ya de adulto, como alcalde.

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No podéis ni imaginar que satisfacción supone para mí ahora regresar a estas calles y mirarlas con el reto de mejorarlas.

Sí, es un reto y un compromiso para nosotros mejorar estas calles. Y lo vamos haciendo aunque a algunos de vosotros os parezca que demasiado lentamente. No os engañéis, yo soy el primero al que le gustaría tener una varita mágica de la que sacar no solo presupuesto sino tiempo para poder hacer todas las cosas que, creo, se podrían y quizá deberían hacerse en este marco.

No solo por ese pasado que os narraba al principio, para mí este hueco es especial. Ahora lo es por el presente. Estoy seguro que en este barrio estamos fraguando la mayor transformación de la ciudad en décadas.

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La obra de la Era del Moro, la recuperación de esos cubos ocultos tras maleza y basura, la peatonalización del paseo a su pie, la recuperación del Molino Sidrón y, por supuesto, la peatonalización de Carreras y ya casi olvidada Carretera de Los Cubos son el eje de transformación de León, de cambio a una ciudad más ecológica, cómoda y accesible. Son nuestro proyecto sostenible para recuperar y asegurar el patrimonio, abrir nuevos espacios y transformar esta área. El cambio de León.

Santa Marina es todo esto y mucho más. Por supuesto. Es Semana Santa, es cofradía, es Desenclavo, es solidaridad y ayuda. Es interculturalidad e integración. Leí que un barrio no se descubre como un río sino que se construye. Santa Marina está construido sobre los mejores cimientos, las gentes que lo habitáis.

Quizá este, mi final del pregón, debería haber sido mi principio. Dar las gracias a Javier y a la Asociación de Vecinos por haberme invitado a dar este pregón. Ellos son los artífices de mi presencia aquí, y por ello y por su colaboración y apoyo constante –incluso en las reivindicaciones- debo darles siempre las gracias. Su encargo me ha permitido mirar atrás con tanto cariño como recuerdo aquellos años de infancias y estas calles. Quizá no sea lo más académico ni aconsejable para un pregón, pero sí es lo más sincero.

Gracias por invitarme, gracias por escucharme… y a disfrutar de las fiestas. ​


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